LA MUJER ZURDA
(Die linkshändige Frau, Alemania, 1977, color, 119 minutos)
Dirección y guión (sobre su novela homónima): Peter Handke
Producción: Wim Wenders.
Dirección de Fotografía: Robby Müller.
Montaje: Peter Przygodda.
Elenco: Edith Clever, Bruno Ganz, Michel Lonsdale, Gérard Depardieu y Bernhard Minetti.
Después de estar unos días sin verse, una mujer, se encuentra con Bruno, su marido, y le comunica que, durante la primera noche que han vuelto a pasar juntos, ha sentido que deben separarse para que pueda vivir sola con su hijo. Se irá a vivir a Francia, a una gran casa medio vacía y rodeada de trenes, con su hijo, haciendo traducciones para sobrevivir y encaminándose lentamente hacia la locura en su calidad de exiliada alemana en un París contemporáneo y hostil.
"Una película lacónica de Handke, producida por Wim Wenders, que comienza donde El amigo americano nos dejó: en el vacío sonoro del aeropuerto de Roissy. Aquí, la mujer (Edith Clever, excelente en el papel) se encuentra con su marido (Ganz) y, sin razón aparente, lo rechaza en favor de un viaje solitario a través de su propio vacío privado. En su casa, con su hijo, la película registra un doble vuelo de huida y exploración, su redescubrimiento del mundo, su reubicación del cuerpo, la casa y el paisaje. El trabajo emocional es minimalista: silencio, solemnidad, una gracia pictórica abrumadora. La película se convierte en un himno sobre el crecimiento de una mujer en libertad. Un movimiento, engañosamente frágil contemplación de un mundo más allá de las palabras. (Chris Auty, Time Out Film Guide)
(Die linkshändige Frau, Alemania, 1977, color, 119 minutos)
Dirección y guión (sobre su novela homónima): Peter Handke
Producción: Wim Wenders.
Dirección de Fotografía: Robby Müller.
Montaje: Peter Przygodda.
Elenco: Edith Clever, Bruno Ganz, Michel Lonsdale, Gérard Depardieu y Bernhard Minetti.
"Una película lacónica de Handke, producida por Wim Wenders, que comienza donde El amigo americano nos dejó: en el vacío sonoro del aeropuerto de Roissy. Aquí, la mujer (Edith Clever, excelente en el papel) se encuentra con su marido (Ganz) y, sin razón aparente, lo rechaza en favor de un viaje solitario a través de su propio vacío privado. En su casa, con su hijo, la película registra un doble vuelo de huida y exploración, su redescubrimiento del mundo, su reubicación del cuerpo, la casa y el paisaje. El trabajo emocional es minimalista: silencio, solemnidad, una gracia pictórica abrumadora. La película se convierte en un himno sobre el crecimiento de una mujer en libertad. Un movimiento, engañosamente frágil contemplación de un mundo más allá de las palabras. (Chris Auty, Time Out Film Guide)
En un barrio de París: una mujer de más o menos treinta años ha llevado un matrimonio muy normal; su marido trabaja en una filial de una gran firma europea y se encuentra mucho de viaje. La vida de Marianne y Bruno no es infeliz, y, al menos, la relación de la pareja no se ve recargada por ningunas crisis externas. Una mañana después de una noche pasada juntos en un hotel, cuando Bruno había regresado de un viaje de negocios, Marianne le sorprende con una decisión adoptada aparentemente de una manera espontánea. Ella le exige que se marche y que la deje sola en el futuro con su hijo de ocho años. El hombre accede primeramente esta exigencia sin contradecir; unos intentos posteriores de regresar, hechos más bien con poco entusiasmo, no dan ningún resultado positivo. Con ello empieza la soledad de la mujer, del niño y del hombre. Marianne ha renunciado a su vida cotidiana y a su seguridad; cuidadosa pero decisivamente empieza ella con su propia vida. Ella le comunica a un editor que por fin tendría tiempo de aceptar su oferta y traducir libros del francés; su primer pedido es una traducción de "Un corazón sencillo" de Flaubert. Una vez visita a Bruno en su oficina; otra vez aparece Bruno por la noche en la vivienda de ella y empieza a insultarla. El padre de Marianne, un antiguo escritor, viene de visita y le profetiza: «Terminarás de la misma forma que yo!»
El relato de Peter Handke publicado en 1976 Die linkshändige Frau (La mujer zurda), es, según el autor, la narración de un proyecto cinematográfico que había planeado pero todavía no realizado. "La historia", según Handke, "comenzó con una imagen, en el invierno hace más o menos cinco años. En ese entonces vivía desde algún tiempo en una urbanización de edificios nuevos en el Taunus, al norte de Frankfurt. Fue al anochecer y yo me encontraba al pie de la urbanización; las casas, generalmente objetos en forma de "L", estaban situados en terrazas superpuestas; por detrás comenzaba ya el bosque mixto, que cubría la montaña de unos mil metros hasta la cumbre. En las viviendas ya se encontraban prendidas algunas luces, y por aquí y por allá se veía una mujer; los hombres venían recién más tarde del trabajo en el centro. El cielo todavía no completamente oscurecido, lleno de nubes, claras y grandes; por debajo el bosque castaño y gris; por debajo las casas en forma de cajas con algunas mujeres: era una pertenencia en la heterogeneidad, y en ese momento supe que tenía que contar una historia para la cual se tenía ya presente el cuadro detallado; y el cuadro era también de tal forma que la historia se representaba al mismo tiempo como cuadro. Otras imágenes similares se sumaron; detalles que se juntaban finalmente para el autor con el objeto de constituir una historia que resultaba "tan sorprendente como naturalmente de una trivialidad pequeña y estricta."
Cuando la película arrancó en los cines alemanes, no permaneció indiscutida. Se estaba de acuerdo con la influencia de Wim Wenders (que también había producido esta película) en la dirección de Handke -mientras que antes se había hablado de la influencia del escritor en el director cinematográfico Wenders. Las controversias empezaron en la apreciación de la escenificación. Una parte de la crítica le rerpochó a las imágenes de Handke esterilidad, incluso arte industrial; otra parte encontró notable cómo es que Handke evocaba la sensación de esterilidad, frialdad y perdición en sus escenas. Seguro es que la frialdad distanciada que el autor alude en sus textos frente a las figuras, se puede encontrar también en esta película: las emociones no son discutidas, ni formuladas y son proporcionadas apenas a través de gestos o mímicas: lo que conmueve a las figuras emocionalmente, se comunica más bien en sus acciones efectivas -y no por último en el transcurso muy tranquilo y casi uniforme del tiempo. "Lo que realmento pretendo", declaró Handke, "es la monotonía más intensa.". No en el sentido de aburrimiento, sino al servicio de una concentración ascética en fenómenos elementales.
Así por ejemplo, Handke no se interesa por grandes motivaciones sicológicas. El constata la decisión de la mujer, pero las aclaraciones tienen que originarse recién en las mentes de los espectadores. Recién posteriormente, por ejemplo durante los otros encuentros de la pareja, hay que descubrir referencias. "Nunca", dice Bruno a Marianne, "he visto una mujer que haya cambiado su vida a la larga.". Con ello, el hombre define involuntariamente su propia actitud que la considera él mismo como si fuese una superioridad. Pero las declaraciones propiamente dichas hay que encontrarlas en las imágenes, las cuales se yuxtaponen a veces aparentemente sin ninguna vinculación y, sin embargo, tienen una misteriosa relación. Una vez por la noche, un cuerpo cae en la profundidad sin hacer ningún ruido, por delante de la ventana de Marianne. "El hecho de que la tierra, las personas y las cosas aparezcan en Handke como esqueletizadas, desnudadas de la cercanía e importancia familiares, frías y extrañas, no significa que la mirada que cae sobre ellas sea fría. No obstante, ésta es penetrante, buscadora, absoluta." (Peter Hamm)
Hans Günther Pflaum
Función realizada con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires.
Temporada IX / Función 188
Cineclub La Rosa
Austria 2154
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