jueves, 26 de junio de 2014

Proyectamos "El círculo rojo"

Finalizó el ciclo dedicado a Jean-Pierre Melville en el Cineclub La Rosa con la proyección, en 16mm, de El círculo rojo, con Alain Delon, Gian María Volonté e Yves Montand.

Debido a las obras que se están llevando a cabo en la Biblioteca, el Cineclub suspenderá las funciones hasta fin de julio.

martes, 17 de junio de 2014

El círculo rojo

Segunda función del ciclo dedicado a Jean-Pierre Melville con un tremendo clásico del cine policial francés y tres actores míticos como Alain Delon, Bourvil, Gian Maria Volonté e Yves Montand: El círculo rojo, proyectado en 16mm. Será el miércoles 25 de junio a las 19:30 horas, en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Miércoles 25 de junio - 19:30 horas
EL CÍRCULO ROJO
(Le cercle rouge, Francia / Italia, 1970, color, 140 minutos)
Dirección y guión: Jean-Pierre Melville.
Producción: Robert Dorfmann.
Montaje: Marie-Sophie Dubus y Jean-Pierre Melville.
Música: Éric Demarsan.
Dirección de Fotografía: Henri Decaë
Elenco: Alain Delon, Bourvil, Bourvil, Gian Maria Volonté, Yves Montand, François Périer, André Eycan.


Corey (Alain Delon) sale de la cárcel luego de cinco años, y con la información que le pasan intentará un robo junto a su antiguo socio (Gian Maria Volonté), incansablemente perseguido por el comisario Mattei (Bourvil). A esta pareja de delincuentes se les unirá el ex policía Jansen (Yves Montand) con el fin de perpetrar un atraco perfecto a una de las joyerías más lujosas de la lujosa plaza Vendôme de París.


Melville hace a sus personajes lacónicos y parcos de palabras, con pilotos y cigarrillos. Un halo de elegancia recorre la trama, que el director sabe esculpir delicadamente en el trazo del más puro cine negro, generando una tensión continua sin estridencias construida en base a la conjunción de unas imágenes de una belleza fría y distante, y de una banda sonora repleta de silencios.


"El logro especial de Melville es el de trasladar el cine de gángsters americanos a Francia, e incorporar su propia poética filosa y sus obsesiones filosóficas (...) Más oscuro, más abstracto y solitario que en sus primeros trabajos, Melville muestra pieza por pieza cómo se quiebran los códigos criminales bajo los cuales sus personajes solían funcionar" (Chris Petit, Time Out Film Guide).


El ciclo realizado con el apoyo de la Embajada de Francia y el Institut Français d'Argentine, en el marco del 50º aniversario del tratado de cooperación entre Francia y la Argentina

Temporada VIII / Función 163
Cineclub La Rosa
Austria 2154

lunes, 16 de junio de 2014

Películas que debes ver antes de morir: “El círculo rojo" (Le cercle rouge, 1970), de Jean-Pierre Melville

Reproducimos el artículo de Raúl Ruiz Serna sobre la próxima función del Cineclub La Rosa, y una película que "hay que ver antes de morir".

El circulo rojo es una película de atracos al más puro estilo cine negro, pero al mismo tiempo es mucho más que una películas de atracos, es poesía visual fascinante construida en base a la conjunción de unas imagenes de una belleza fría y distante, y de una banda sonora repleta de silencios… Jean-Pierre Melville se siente fascinado por la mitología urbana norteamericana, por su violencia, por su nihilismo, ama el cine negro norteamericano, pero su sensibilidad es la de un poeta, la de un artísta obsesionado con la perfección y el detalle, cada imagen, cada sonido, cada gesto, todo parece importante, hasta tal punto que la historia es lo de menos, lo importante es como la cuenta, que transmite, que te hace sentir sin que apenas te des cuenta. Siendo el cine negro un género de acción, de continuo movimiento, sino mirad los clásicos del cine negro de Raoul Walsh o Howard Hawks, el polar de Melville es quietud, pausa, reflexión, es un cine de contrastes, en el que parece que pueda ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, pero en el que nada de eso realmente importa, lo que importa realmente es lo fascinado que se siente el espectador con todas las pequeñas sensaciones que transmite. Es por ello que su cine requiere que el espectador no solo busque un argumento que lo entretenga, sino que además sea sensible a la imagen, al sonido, al detalle. Si se es sensible a todas esos estímulos ver una película de Melville es mucho más que una película, una experiencia.

El Polar es un género propiamente francés pero sumamente influenciado por el cine norteamericano, es en definitiva una versión francesa del cine negro y el policíaco que se hacía en Estados Unidos en los años 40 y 50, y de la literatura de las novelas pulp norteamericanas de los años 20 y 30, la influencia va más allá de las historias y sobretodo es patente en la estética, en los usos de tópicos y de elementos que conforman tanto los personajes como la ambientación, pero con una sensibilidad propiamente francesa.

Jean-Pierre Melville es el director con más talento de los que realizaron Polar entre los 50 y los 70, su cine negro es uno de los más personales, especiales y extraordinarios, cuando por otro lado es un profundo admirador del cine norteamericano y su cine no deja de ser un homenaje a ese cine que admira, pero más allá de la admiración encontramos una gran personalidad propia, Melville es un esteta del cine tan refinado y perfeccionista como puede serlo Wong Kar-Wai, por poner un ejemplo de director-artista, así sus historias son sencillas, tópicas y muy masculinas, pero las formas cinematográficas son las de un gran artista obsesionado con la perfección.

El círculo Rojo (Le Cercle Rouge) (1970) es uno de los mejores polares de todos los tiempos, pero es que varios de los trabajos de Melville están entre lo mejor de este género: El Samurai, El Confidente (Le Doulos), Hasta el Último Aliento (Le deuxième souffle) o Un flic son todas obras maestras del género. El círculo Rojo tiene además un reparto de primer orden, como es frecuente en el mejor cine de Melville, así tenemos actores del nivel de Alain Delon, Bourvil, Gian Maria Volonté o Yves Montand, entre otros. La película tiene además una de las mejores escenas de atracos que se han filmado jamás. En realidad toda la película es una gozada visual, cada imagen tiene un encanto especial, la fotografía de la película es espectacular, fría y distante, pero de una belleza casi mágica.

Raúl Ruiz Serna

jueves, 12 de junio de 2014

Bob el jugador

Primera función del ciclo de películas policiales de Jean-Pierre Melville, con Bob el jugador, proyectada en 16mm. Como siempre, con entrada libre y colaboración voluntaria en Austria 2154. Atención que hubo un cambio en la fecha: se proyectará el sábado 14 a las 20 horas.


Sábado 14 de junio - 20 horas
BOB EL JUGADOR
(Bob le flambeur, Francia, 1956, blanco y negro, 98 minutos)
Dirección: Jean-Pierre Melville
Guión: Jean-Pierre Melville, sobre una historia de Melville y Auguste Le Beton.
Producción: Jean-Pierre Melville y Serge Silberman.
Dirección de Fotografía: Henri Decae y Maurice Blettery.
Montaje: Monique Bonnot.
Música: Eddie Barclay & Jo Boyer.
Elenco: Roger Duchesne, Isabelle Corey, Daniel Cauchy, Guy Decomble, André Garret, Claude Cerval, Simone Paris, Howard Vernon.


Un delincuente venido a menos, que malvive enganchado al juego y acumulando deuda tras deuda por su incapacidad de ganar una partida o de conservar el dinero que cae en sus manos, sin poder evitarlo. Y cuando se le presenta la chance de volver a dar un golpe piensa hacerlo a lo grande, con un importante casino en la noche de su mayor recaudación.


En su primera película de temática policial, Melville pone en juego su estilo seco y alejado de todo sentimentalismo y dramatismo, centrándose más en seguir el destino de los personajes que en el robo.


"El teleférico nos conduce desde el 'cielo' del Sacré Coeur en Montmartre al 'infierno' de Pigalle, y mientras se extingue el neón en el alba, un cansado Bob, el jugador, regresa a casa. La 'carta de amor' de Melville a París está filmada, como todas las buenas películas de ciudad, entre las horas del crepúsculo y el amanecer, y es una reconstrucción cariñosa de todo lo fascinante de las películas negras americanas de los años '30 y '40. Lo que duplica el placer es que a pesar del atraco, las traiciones a un cómplice y la muerte repentina, es todavía notable la liviandad del tono: una comedia de costumbres de hampa. El cortés Monsieur Bob puede llevar piloto y sombrero, pero rescata señoritas a la deriva en el entorno, permanece leal a su amigo el inspector, y da la impresión de querer robar el casino, no aliviar su pasión por el juego, sino simplemente de la forma en que pueda realizarlo en smoking. Una maravillosa película con toda la belleza formal, delicadeza y encanto traidor sobre el paño verde". (Chris Peachment, Time Out Film Guide).


El ciclo realizado con el apoyo de la Embajada de Francia y el Institut Français d'Argentine, en el marco del 50º aniversario del tratado de cooperación entre Francia y la Argentina.

Temporada VIII / Función 162
Cineclub La Rosa
Austria 2154

martes, 3 de junio de 2014

Filmar con la paciencia del artesano

Nacido en París en 1917 con el nombre de Jean–Pierre Grumbach, Melville fue uno de los pocos cineastas reivindicados por los integrantes de la nouvelle vague. Aquí se ofrece un texto en el que explica sus métodos y su pasión por el cine.


Cambié mi nombre por pura admiración, por deseo de identificación con un autor que me llenaba más que ningún otro: Herman Melville. Mi locura por el cine empezó de verdad con la irrupción del sonoro. Yo tendría unos 15, 16 años. Empezaba el día a las nueve de la mañana, viendo una película en el cine de la Paramount, y lo terminaba de la misma manera, a las tres de la madrugada. Era una obsesión más fuerte que todo. No podía dominar el deseo de ver cine todo el tiempo, todo el tiempo, todo el tiempo.

En 1947, poco antes de realizar mi primera película, ya lo conocía todo acerca del cine. Y no me refiero solamente al aspecto técnico: me sabía los créditos de las películas de memoria. En la adolescencia me la pasaba repitiendo: “Cuando sea grande, haré películas”. Para estupefacción de todo el mundo, porque en aquella época nadie tenía vocación de cineasta. Debo haber sido el único hombre de mi generación que, antes de la guerra, decía todo el tiempo: “¡Quiero hacer películas!”.

Me han definido como “el más americano de los realizadores franceses y el más francés de los realizadores americanos”. Es una bonita frase, pero no me parece exacta. Hay gente en Francia que, por su forma de filmar, es tan americana como yo, y también hay realizadores americanos cuyas películas parecen más francesas que las mías. No se puede establecer una nacionalidad a partir de la forma de filmar. No quiero ser paradójico y decir que no me siento impresionado por el arte cinematográfico estadounidense, eso sería falso. Es cierto que mis primeras lecciones las he aprendido de sesenta y tres grandes realizadores estadounidenses que me han enseñado la profesión. Aprendí de ese cine hecho en los años ’30 y ’40, como lo aprendieron todos los cineastas de mi generación, ya fueran franceses, italianos, ingleses o japoneses. Nos encontramos frente a una gramática y una sintaxis tan bien elaboradas que no se podían inventar otras.

A pesar de ello, todas las tentativas, todas las experiencias son deseables. Es divertido ver a la gente intentando hacer un cine nuevo, queriendo revolucionar un tipo de narración que ha resistido a todo. La única cosa verdadera, importante, es que el cine vence a todo esto y siempre vuelve a sus formas clásicas. El western es el cine, es la forma más perfecta de espectáculo cinematográfico. Un buen western, en color y en scope, es algo extraordinario. Todas mis películas policiales son westerns trastrocados de ambiente. Es difícil hacer algo que no se parezca a un western.


Hacer películas comerciales no es algo deshonroso. Lo absurdo, desde mi punto de vista, es hacer películas que no encuentren el auditorio debido. Hacer películas que vendan 60.000 entradas es grotesco. Incluso si con ello nos convertimos, para los críticos, en lo máximo. Yo quiero hacer películas que gusten al público. Pero permaneciendo fiel a mí mismo, siendo lo que soy y sin hacer concesiones.

La cualidad primordial que exijo a un héroe de mis historias es que sea un personaje trágico. Quiero que esto se sepa en los primeros cinco minutos de proyección. No creo en la amistad y menos en la amistad viril entre hampones, pero me gusta reflejarla en mis películas. Así como la simpatía que tienen los hampones por los policías y los policías por los hampones. Después de todo, unos existen en relación con los otros. El vestuario del hombre tiene una importancia capital en mis películas, estoy muy ligado al fetichismo del vestuario. El vestuario de la mujer me importa menos. Cuando es preciso vestirla, la mayoría de las veces mi ayudante se ocupa de ello. Un hombre armado es casi un soldado, y por eso debe llevar uniforme. Les aseguro que esa clase de hombres tiene tendencia a usar sombrero. Además, en términos cinematográficos, un hombre que dispara con sombrero es mucho más impresionante que uno que lo hace con la cabeza descubierta. El porte del sombrero equilibra un poco el revólver en la punta de la mano.

Una escena de amor, con un hombre y una mujer en la cama, es difícil de filmar, y todas las que he visto están mal filmadas. Por eso nunca las ruedo. Me encanta el underplay, que el actor no exprese nada con su rostro. Que quede sólo el comportamiento, para que la gestión interior del personaje se explicite con algo de misterio.

Odio totalmente el mundo contemporáneo. Soy un hombre de esta época porque me sirvo de la técnica actual para mi trabajo, pero no me gusta esta época. Me divierte decir que soy de derecha, porque todo el mundo dice ser de izquierda, y eso me exaspera. Detesto seguir a la mayoría. Además no hay nada tan ridículo como declararse completamente de derecha o completamente de izquierda, porque ambas cosas son imposibles. Podría definirme como anarquista de derecha, si no fuera porque no existe una persona así.

Jean-Pierre Melville 
Extraído de Jean-Pierre Melville, volumen publicado en noviembre 2008 por el 23º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Selección, adaptación y notas de Horacio Bernades.

Ciclo "Melville, policías y ladrones"

Seguimos con los grandes lujos en el Cineclub La Rosa, y en junio proyectaremos dos grandes películas policiales de Jean-Pierre Melville, con proyecciones en 16mm. Como siempre, con entrada libre y colaboración voluntaria en Austria 2154.

Jean Pierre Grumbach, que pronto cambiaría su apellido por el de su escritor favorito, Herman Melville, nació en París en 1917 y pronto se convertiría en un director fuera de regla, que debió comenzar su propia productora para poder a filmar tras sufrir censuras políticas sindicales al afirmar su postura por una "Francia libre" en épocas de ocupación nazi y colaboracionismo local. Su primer film, El silencio del mar,  que proyectamos en 16mm en la Temporada VI, trataba con sutileza la problemática.

Crecido bajo la influencia del cine americano, su obra se fue conformando alrededor del llamado "cine polar", es decir, la versión francesa del cine negro estadounidense que tanto le apasionaba. En ese género rueda la mayoría de sus películas, incluyendo historias de gangsters, personajes del submundo, jugadores compulsivos y personas a las que a veces querremos pese a ser despreciables.

En esta ocasión tendremos la oportunidad de proyectar, en el hermoso formato de 16mm, dos de esas maravillosas películas "del más americano de los realizadores franceses y el más francés de los realizadores americanos”, quien falleció en la ciudad que lo vio nacer en 1973: Bob el jugador y El círculo rojo.

Emiliano Penelas
Programador


Miércoles 11 de junio - 20 horas
BOB EL JUGADOR
(Bob le flambeur, Francia, 1956, blanco y negro, 98 minutos)
Dirección: Jean-Pierre Melville
Elenco: Roger Duchesne, Isabelle Corey, Daniel Cauchy, Guy Decomble, André Garret, Claude Cerval, Simone Paris, Howard Vernon.

Bob es un viejo gánster y un jugador empedernido que está casi a punto de arruinarse. Alguien le propone el último gran golpe de su vida, con el que quizás se podría retirar, un plan perfectamente ejecutado para robar el casino de Deauville, en uno de sus días de mayor recaudación.


Miércoles 25 de junio - 19:30 horas
EL CÍRCULO ROJO
(Le cercle rouge, Francia / Italia, 1970, color, 140 minutos)
Dirección y guión: Jean-Pierre Melville.
Elenco: Alain Delon, Gian Maria Volonté, Yves Montand, François Périer, André Eycan.

Corey (Alain Delon) ha cumplido su condena y debe enfrentarse de nuevo a la sociedad pero junto a Vogel (Gian Maria Volontè) un prófugo de la justicia y para vengarse de su encarcelamiento roba al jefe de la banda a la que pertenecía antes de dar con sus huesos en la cárcel. Debido a la duración de la película, comenzaremos media hora antes de nuestro horario habitual.


Ciclo realizado con el apoyo de la Embajada de Francia y el Institut Français d'Argentine, en el marco del 50º aniversario del tratado de cooperación entre Francia y la Argentina.