jueves, 30 de abril de 2015

Juan D'Alessandro visitó el Cineclub La Rosa

El artista Juan D'Alessandro presentó la película de Jorge Prelorán que lo tiene como protagonista: Obsesivo, proyectada en una hermosa copia en 16mm que decidió donar al Cineclub La Rosa.
D'Alessandro junto a Emiliano Penelas, programador del Cineclub La Rosa

Polifacético y dueño de un sentido del humor y vitalidad imcomparables, D'Alessandro dialogó con el público y contó anécdotas del rodaje de uno de las más peculiares trabajos del gran documentalista, filmado durante más de veinte años y celebrando una amistad entre ambos personajes.


El film, que ya habíamos proyectado en nuestra sala en video en nuestra Temporada IV (2010), ocasión en la que también tuvimos la alegría de contar con D'Alessandro para hablar de la película.

miércoles, 29 de abril de 2015

Prelorán y amigos

Con la presencia de Juan D'Alessandro, protagonista de Obsesivo, finalizamos el ciclo dedicado a Jorge Prelorán en 16mm.


Completaron la función los cortometrajes La máquina y Venganza.



"Obsesivo" y otras películas de amistades

¡Con gran alegría podemos agregar una función de Jorge Prelorán en 16mm! Se trata de Obsesivo, mediometraje que realizó a lo largo de más de veinte años años junto a Juan D'Alessandro, quien presentará la película y aportará la copia fílmica que proyectaremos el miércoles 29 de abril a las 20 horas en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria. La jornada se completa con los cortos La máquina y Venganza, todos hechos con amigos.



Miércoles 29 de abril - 20 horas
OBSESIVO
(Idem, Argentina / Estados Unidos, 1982, color, 28 minutos)
Realización, Fotografía y Montaje: Jorge Prelorán.
Asistente: Sergio Barbieri.
Música: Piazzolla, Cobián, De Morales, Jobim, Beethoven.
Música original: Dorio Barbieri.
Mezcla sonora: Tony Cummings.
Cámara adicional: Jorge De León, Pedro Valdez, Carlos Ferro y Michael Miner.
Animaciones: UCLA Animation Workshop.
Con Juan D'Alessandro y Jorge Prelorán.
Voz del crítico: Gerardo Pelle.

"Aquellos que piden a los artistas que expliquen su trabajo merecen las respuestas que reciben", dice al principio de Obsesivo Juan D'Alessandro, quien crea "obsesivamente" caras y formas inverosímiles.

El artista parece estar aislado reviendo su quehacer cotidiano en algún rincón oculto de su mente y trata de expresar esta visión interior con estilizados rostros de mujeres que representa en maravillosas abstracciones plásticas.

En la película, D'Alessandro y Prelorán son dos grandulones jugando a ser niños. Fue filmada a lo largo de dos décadas, en sucesivos encuentros en Buenos Aires y Los Ángeles. Agradecemos al artista por prestar su copia 16mm del film para proyectarla.


LA MÁQUINA
(Idem, Argentina, 1975, color, 11 minutos)
Realización, Fotografía y Montaje: Jorge Prelorán.
Con Rodrigo Montero.

Filmada en Huacalera, Quebrada de Humahuaca, cuenta la historia humorística de una antigua bomba de agua al querer ser activada infructuosamente por su cuidador. Junto con Obsesivo, se trata de otro de los films lúdicos que Prelorán realizó con sus amigos y colaboradores.


VENGANZA
(Idem, Argentina, 1954, blanco y negro, 17 minutos)
Realización: Jorge Prelorán.
Con Alberto Nicolini.

Primer corto de Prelorán, se trata de una ficción rodada con amigos del barrio que cuenta la historia de una banda de ladrones cuyo líder reconoce desde la cárcel que la criminalidad difícilmente lleve al éxito.

Cineclub La Rosa
Temporada IX / Función 183
Austria 2154

miércoles, 22 de abril de 2015

Un hachero pampeano

Los hijos de Zerda fue proyectada en 16mm en el Cineclub La Rosa. Impactante, la película de Jorge Prelorán relata con dureza la vida de un hachero y su familia en La Pampa.




Antes del largometraje proyectamos el corto Chucalezna, en brillante copia fílmica.



viernes, 17 de abril de 2015

Los hijos de Zerda

¡Anteúltima! función del ciclo de lujo con películas de Jorge Prelorán con la proyección de dos obras maestras, una de ellas muy pocas veces vista en nuestro país, como Los hijos de Zerda. Será el miércoles 22 de abril a las 20 horas en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Miércoles 22 de abril - 20 horas
LOS HIJOS DE ZERDA
(Idem, Argentina, 1974, color, 51 minutos)
Dirección y montaje: Jorge Prelorán.
Producción: Hugo Chumbita.
Asistentes: Félix Arrieta y Rubén Evangelista.
Asesoramiento: Ercilia Moreno Cha.
Texto introductorio: Walter Cazenave.
Introducción a la versión en inglés: Henry Fonda. / En castellano: Rubén Evangelista.
Canción de Dalmiro: Cacho Arenas.


La película narra la vida de Sixto Ramón Zerda y su familia, hacheros en un bosque de caldén en la provincia de La Pampa, con los hijos dispersos, aislados de la civilización e impotentes ante una situación de explotación. En su película más políticamente comprometida, Prelorán hace una cruda denuncia de la esclavitud en pleno Siglo XX cuyo trasfondo es, como en casi toda la obra de Prelorán, la educación como salida.

"La cámara se mueve del monte a toda una compleja red de relaciones entre Sixto Zerda y sus hijos dispersos por diversos lugares. A través de la compaginación efectúa contrastes violentos propios de esta historia de terrible marginación y pobreza. En forma intermitente se repite la imagen del viejo camión de Zerda y sus fútiles intentos de ponerlo en marcha, metáfora de su frustrada posibilidad de salida." (Graciela Taquini, Jorge Prelorán, Centro Editor de América Latina, 1994).


CHUCALEZNA
(Idem, Argentina, 1966, color, 17 minutos)
Dirección, montaje y fotografía: Jorge Prelorán.
Producción: Fondo Nacional de las Artes.
Ayudantes de Dirección: Lorenzo E. Kelly y Sergio Barbieri.
Asesoría musical: Leda Valladares.
Música instrumental: Anastasio Quiroga.


Nuevamente la educación en el centro de la escena, de una forma cálida, sincera, emocionante. Los niños de la escuela rural de Chucalezna, en la Quebrada de Humahuaca, usan las paredes del aula como caballete y papel donado por el hijo de la maestra como tela. Estos alumnos aprendieron a expresarse pictóricamente, alcanzando un estilo y dominio del color que les permitió ser reconocidos a nivel internacional por la UNESCO en 1976.

Cineclub La Rosa
Temporada IX / Función 182
Austria 2154

sábado, 11 de abril de 2015

Gustavo Pérez y aquella fotografía

Había capturado en sus épocas de estudiante una imagen que impresionó al cineasta Jorge Prelorán. Fue el origen de Los hijos de Zerda, film que hoy figura entre los mejores documentales del cine antropológico argentino. 


El contador público Gustavo Pérez, coterráneo a quien despedimos en el curso de esta semana, hizo su carrera universitaria en la vecina provincia de La Pampa. Dos circunstancias irrepetibles hicieron de aquellos años un tiempo mítico: en una provincia que había dejado de ser territorio pocas décadas atrás,la Universidad y lo que ella generó con la confluencia de jóvenes de toda la región fue un asunto novedoso, que despertó simpatías en el conjunto de la sociedad que todavía guardaba improntas de una vida pueblerina. Los años 60 latían al compás de un tiempo político vertiginoso, cargado de esperanzas. Así, estudiantina, ideario, militancia y memorables guitarreadas fueron el caldero de un anecdotario que aún se evoca.

Gustavo Pérez, como muchos jóvenes provenientes de ésta y otras ciudades del oeste, fue parte de esa bohemia ruidosa que dejó huellas imborrables en tantos pampeanos. Es así que su nombre, como el de uno de sus hermanos que todavía reside en aquella provincia, aún permanece ligado a los recuerdos más gratos que signaron una época de la vida pampeana, que, años después, acabó trágicamente con la llegada de la última dictadura militar.

UNA FOTOGRAFÍA
Es probable que muchos no recuerden que el nombre de Gustavo Pérez quedó vinculado al origen de un film del desaparecido cineasta Jorge Prelorán, hasta el presente considerado uno de los más relevantes del documentalismo argentino, pieza inevitable de estudio en muchas facultades de cine y material de consulta entre etnógrafos y antropólogos.

Aficionado a la fotografía, Gustavo capturó una imagen que sorprendió a los pampeanos. Un retrato de gran impacto. En él, la mirada de los hijos de un hachero parecía agujerear el papel. Con una expresividad brutal, esas miradas denunciaban una vida cercana pero ignorada por la mayoría de los habitantes de Santa Rosa. A sólo80 kilómetrosde la capital provincial, así pasaban sus días los hacheros del caldén. La imagen mereció la atención de los pampeanos y tuvo su período de exaltación. Tanto que quienes regenteaban una peña folklórica llamada el “El temple del diablo” hicieron de ella una gigantografía para perpetuarla en una pared.

El cineasta Prelorán, que se hallaba en La Pampa realizando otro de sus famosos documentales, Cochengo Miranda, una noche, fue llevado por amigos hasta la peña. Y quedó prendado por aquellos rostros infantiles que había capturado la cámara de Gustavo. Entonces pidió conocer a los protagonistas. Días más tarde, fue llevado hasta el paraje rural. Así, decidió hacer un film acerca del hachero y su familia. El resultado fue la excelente obra Los hijos de Zerda, cuya copia original guarda el museo Smithsonian de los Estados Unidos, país donde, desgraciadamente, Prelorán terminó de compaginar y estrenó la película, ya que tuvo que alejarse de Argentina después del golpe cívico militar de 1976.

Gustavo había tomado la fotografía que terminó inspirando a Prelorán ayudado por un amigo, el hoy escritor y geógrafo Walter Cazenave, quien, entonces, era maestro en el paraje donde habitaba la familia del hachero Zerda.

Con este breve recuerdo, honramos la memoria del vecino que acaba de morir, quien sostuvo en el tiempo y a la par de su conocida actividad profesional una íntima pasión por la fotografía.

Víctor Delgado
Diario Noticias de Pehuajó

miércoles, 8 de abril de 2015

lunes, 6 de abril de 2015

Cochengo Miranda, un encuentro en el desierto patagónico

Susana Mulé, la autora del hermoso retrato que ilustra esta nota, visitó a Cochengo Miranda en la que cuenta fue "la experiencia más importante en mis 20 años de hacer fotografía profesional". A continuación, el texto que escribió para su ensayo sobre la vida en El Boitano y el oeste pampeano.


En 1986 Jorge Prelorán me propuso viajar a La Pampa para pasar unos días en El Boitano y fotografiar a Don Cochengo y Maruca en su ambiente, porque tenía intención de publicar un libro con las décimas que ha escrito este entrañable hombre. Hice las gestiones y conseguí mediante instituciones oficiales los medios para viajar a tan remoto lugar que incluía una camioneta de Vialidad Provincial para trasladarme hasta Santa Isabel. Para ubicarlos geográficamente debo decir que se cruza el país de Este a Oeste y que el solitario paraje se encuentra donde se junta el Sur de Mendoza con el Oeste de La Pampa, en el límite donde comienza la Patagonia.

El chofer resultó ser un simpático joven que se mostró bastante sorprendido que una mujer sola con su equipo fotográfico se largara a aquellas lejanas tierras.

A medida que avanzábamos por el desierto pampeano la vegetación se hacía más baja y espinosa y la tierra fina y blanca se metía por los resquicios que permitían los vidrios cerrados.

A media tarde, bajo un sol abrasador, nos detuvimos en el polvoriento camino para abrir una tranquera. Muy diligentemente ofrecí mi ayuda para mantenerla abierta mientras él la trasponía. Observé una sonrisita socarrona pero aceptó agradeciendo. Cuando bajé, una nube de jejenes me asaltó. Yo tengo pánico a los bichos que pican. Volví volando a la camioneta para untarme con repelente para mosquitos, despertando así la hilaridad de mi guía quien me aseguró que el ungüento era condimento para los bichitos. A partir de ese momento todo fueron bromas acerca de mi condición de porteña. Cuando llegamos a El Boitano y salieron a recibirme Maruca y Cochengo, inmediatamente se estableció una fuerte corriente de simpatía y afecto.

Estuve apenas 4 días pero el tiempo perdió dimensión.

El guía de Vialidad se volvió a Santa Rosa y quedó en volver a buscarme pues yo tenía reservado mi pasaje de avión a Buenos Aires.

Enseguida me adapté al ritmo de vida de ellos. Nos levantábamos a las 7, tomábamos mate y luego Don Cochengo salía a trabajar con los animales. Yo lo seguía con mi cámara, lo espiaba, lo registraba, él no se inmutaba. Tenía como un orgullo de "ser" dentro de una gran humildad. La humildad que emana de los grandes hombres:

"Soy el eco de la tierra y el canto de la independencia, soy de aquella descendencia de criollos que no se aferran, de esos que sin hacer guerra ven las fronteras abiertas y en esta pampa desierta donde no avanza la ciencia nacen hombres de conciencia con la frente descubierta".

En la serenidad del atardecer y con el pausado ritmo que impone la grandeza de la naturaleza, nos sentábamos bajo el alero a charlar y tomar mate. Maruca ya había mojado la tierra y el jardín que a pesar de la sequía de casi un año sin lluvias y gracias a sus cuidados daba algunas débiles verduras y también sus flores. Los dos perros y el gato se echaban cerca. Traía la cámara y fotografiaba. Horizonte plano, raso, sólo hacia el oeste las cumbres de la Precordillera. Silencio... sólo interrumpido por las aspas del molino que giran, algunos mugidos... y la voz de Cochengo... sus recuerdos... Sus abuelos habían vivido en el Fortín Malargüe y fueron "quemados vivos por los indios" (sic). Se acuerda del río Atuel que -después de un largo conflicto interprovincial que ganó Mendoza- se secó convirtiéndose en desierto lo que había sido un vergel. Esto fue allá por el 19. Dice :

"En aquellos tiempos dijeron de hacer un dique en el Valle Grande, que es un dique muy grande en los cerros de San Rafael para arriba ¿no? en Mendoza. ¡Qué maravilla! ¡Ese es un mar!.. Después, más después, hicieron El Nihuil, que es un gran embalse que no me canso de ponderar... Y así se secó el río Atuel. Aquellos años, no olvido, eran tan lindos y hermosos... Mis viejos eran dichosos por los logros producidos, los campos eran floridos por las lluvias que abundaban, los puesteros prosperaban... Pero al transcurrir el tiempo Dios castigó para ejemplo y los bienes terminaron".

Cuando oscurecía se prendían los "sol de noche" y mientras Maruca cocinaba Don Cochengo seguía contando anécdotas, yo lo grababa y cámara en mano seguía sus gestos, su mirada, pero debo reconocer que muchas veces no me atreví a apretar el disparador. Sentía que no podía violar esa intimidad. Seguramente me perdí grandes fotos pero la vivencia superó cualquier expectativa... fue como cuando se es niño y todo es descubrimiento.

Han pasado muchos años, el libro no se publicó aún. Y don Cochengo ya lamentablemente no lo verá. Decía:

"Nosotros los pobres no olvidamos nuestras costumbres y creo que no se olvidarán, los criollos no olvidan. Porque si ese trabajo existió de muy muchos años atrás, no puede terminar nunca...¡ jamás! Mientras existan criollos. Ahora cuando ya... esté dominado el país por los gringos, será otra cosa, no?... cambiará... Pero mientras habíamos criollos, quien sabe si vamos a dar todavía lugar... porque vamos a luchar hasta lejos, a combatir esas cosas por nuestras tradiciones".

Susana Mulé

Para ver todo el trabajo: https://www.flickr.com/photos/susanet/

jueves, 2 de abril de 2015

Cochengo Miranda

Continúa el ciclo "Jorge Prelorán en 16mm" con otro de los grandes títulos del documentalista argentino, Cochengo Miranda, el hombre del oeste pampeano. Será el miércoles 8 de abril a las 20 horas, con entrada libre y colaboración voluntaria.
Foto: Susana Mulé

Miércoles 8 de abril - 20 horas
COCHENGO MIRANDA
(Idem, Argentina, 1975, color, 58 minutos)
Dirección, montaje y fotografía: Jorge Prelorán.
Producción: Augusto Raúl Cortazar.
Productor Ejecutivo: Ángel Aimetta.
Ayudantes de Dirección: Félix Arrieta, Rubén Evangelista y Alejo Apsega.
Asesora temática: Ercilia Moreno Cha.
Grabación de sonido: Mabel Prelorán.
Solos de guitarra: Juan Pagano.


Cochengo y su familia son campesinos del oeste pampeano y combinan el trabajo rural con los placeres de la música. Cada uno comparte sus sueños, aspiraciones, creencias. Los mayores hablan de la importancia y el valor de las tradiciones; los jóvenes presentan estrategias con las que esperan poder adaptarse a una vida marcada inevitablemente por la transculturación, tópico de la filmografía de Prelorán.

Pero el drama se centra en otro de las preocupaciones centrales del documentalista: la educación, representada en este caso por la separación de los hijos de Cochengo, que salen hacia los centros poblados en procura de un mejor porvenir.


"Cochengo Miranda (1975) representa la aplicación más perfecta del estilo preloraniano de los documentos humanos. Jorge y Mabel convivieron durante distintas temporadas con este criollo, trabajador y poeta, en el Puesto El Boitano, en el Oeste pampeano. Esa experiencia de la cotideaneidad hizo que lograra captar, además de la vida diaria, los sutiles cambios de estaciones del año transmitiéndole en elipsis esa mansa vivencia." (Graciela Taquini, Jorge Prelorán, Centro Editor de América Latina, 1994)

Cineclub La Rosa
Temporada IX / Función 181
Austria 2154

miércoles, 1 de abril de 2015

Pasó Damacio por el Cineclub La Rosa

En la segunda función dedicada al cine de Jorge Prelorán proyectamos Damacio Caitruz, de Jorge Prelorán, junto a su cortometraje Manos pintadas, en hermosas copias fílmicas en 16mm. Un lujo para el Cineclub La Rosa. Aquí, algunas imágenes.





Los esperamos el miércoles 8 de abril a las 20 horas para ver Cochengo Miranda.