viernes, 27 de octubre de 2017

Día Mundial del Patrimonio Audiovisual

Desde el Cineclub La Rosa adherimos al Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, insistiendo en que la preservación y el archivo de nuestro acervo fílmico es vital para la cultura y la memoria.



Los documentos audiovisuales, tales como las películas, los programas radiales y televisivos, las grabaciones sonoras y de vídeo, contienen los registros principales de los siglos XX y XXI.

Por su capacidad de trascender las fronteras lingüísticas y culturales, atraer inmediatamente la vista y el oído, a las personas alfabetizadas y a las analfabetas, los documentos audiovisuales han transformado la sociedad al convertirse en un complemento permanente de los registros escritos tradicionales.

Sin embargo, son extremadamente delicados y se estima que no tenemos más de diez o quince años para digitalizar los archivos audiovisuales a fin de evitar su pérdida. Gran parte del patrimonio audiovisual del mundo ya se ha perdido irremediablemente a causa de la negligencia, la destrucción, el deterioro y la falta de recursos, competencias y estructuras, empobreciendo de esta forma la memoria de la humanidad. Se perderá mucho más si no se actúa en forma más firme y concertada en el plano internacional.

En este contexto, la Conferencia General de la Unesco aprobó en 2005 la conmemoración de un Día Mundial del Patrimonio Audiovisual como mecanismo para concienciar a todo el público sobre la necesidad de tomar medidas urgentes y reconocer la importancia de los documentos audiovisuales como parte integrante de la identidad nacional.
En esta línea, el Programa Memoria del Mundo también impulsa la valiosa labor de los profesionales que se dedican a la preservación y ayuda a gestionar los aspectos técnicos, políticos, sociales y financieros, entre otros, que amenazan la salvaguardia del patrimonio audiovisual.

«Descubrir, recordar y compartir» es el tema de la celebración de este año del Día Mundial del Patrimonio audiovisual.

Fuente: Unesco.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Absurda censura en Facebook

Que Facebook aplica censura a sus publicaciones ya no es novedad. Pero sí nos llama la atención que haya puesto la mira en un ciclo de películas proyectadas en 16mm en el Cineclub La Rosa, en 2015.

Se trata del anuncio del ciclo "Estas mujeres", en donde proyectamos Carmen, de Jean-Luc Godard, y Sin techo ni ley, de Agnés Varda, con el apoyo de la Embajada de Francia...

miércoles, 11 de octubre de 2017

Céleste y Marcel

"Los paraísos perdidos de la infancia quedan solo en la memoria de cada uno", le dice Marcel Proust a Céleste Albaret en el film de Percy Adlon que proyectamos en 16mm en el Cineclub La Rosa.


El ama de llaves que luego escribiría sus memorias cuida del escritor mientras dedica sus últimos días a su obra maestra, En busca del tiempo perdido.



Percy Adlon (conocido luego mundialmente por Bagdad Café) retrata esta historia que protagonizan Eva Mattes y Jurgen Ardnt.


Proyectada en 16mm gracias al Goethe-Institut Buenos Aires, con muy buena respuesta del público.



sábado, 7 de octubre de 2017

Proust, por Celeste

A poco de cumplirse 95 años de la muerte de Marcel Proust, proyectaremos, en 16mm, Céleste, basado en la biografía de quien lo acompañara durante sus últimos años, mientras escribía En busca del tiempo perdido. La función de la ópera prima de Percy Adlon (conocido mundialmente por Bagdad Café) será el miércoles 11 de octubre a las 20:30 horas, en austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Miércoles 11 de octubre - 20:30 horas
CÉLESTE
(Idem, Alemania, 1980, color, 106 minutos)
Dirección: Percy Adlon
Producción: Eleonore Adlon
Guión: Percy Adlon, sobre el libro “Monsieur Proust”, de Céleste Albaret.
Director de Fotografía: Jürgen Martin
Montaje: Clara Fabry
Dirección de Arte: Hans Gailling
Música: Cesar Franck.
Elenco: Eva Mattes, Juergen Arndt, Norbert Wartha y Wolf Euba.


París en torno a 1920, dos personas viven solitarias en un apartamento. Son Marcel Proust, que yace en la cama donde también escribe, y su ama de llaves Celeste, que en la esquina más apartada de la cocina espera con paciencia la llamada del señor con el timbre. Tiene veinte años y es originaria de provincias, él anda por los cincuenta y morirá pronto. Ella vive sólo para él, él vive sólo para su libro, En busca del tiempo perdido. Dos prisioneros en el mundo aislado de un apartamento.  


Se oye sólo el tictac de un reloj, cuando Céleste, ama de llaves de Marcel Proust, espera su llamada con el timbre, o el ruido aparatoso del ascensor, para acudir a atenderle con el café con leche o para saludarle después de una salida. Céleste está sentada pacientemente a la mesa de la cocina, las manos cruzadas en el regazo, a veces durante horas. La espera es sólo interrumpida por los recuerdos de las vivencias comunes de una pareja tan dispar. A un día sucede otro igual, desde las cinco de la tarde hasta la madrugada del día siguiente.



"Ya sé que usted no sabe nada y nada puede", le dijo Proust cuando ella comenzó a su servicio. Pero en el transcurso de los años se convirtió en su única confidente. Cuando ella entra en la habitación para cuidarlo, él algunas veces sólo levanta dos dedos para darle a entender que aún sigue con vida. Es una comprensión sin palabras, y Céleste se siente orgullosa, satisfecha y feliz.


Con los años, ella va ascendiendo lentamente a obligaciones de más responsabilidad; sirve de ayuda de cámara al vestirse el frac de una solícita enfermera, para encender el peletero durante el ataque de asma, de interlocutora, cuando el maestro cuenta sus excursiones al gran mundo, de portera, cuando le protege frente al mundo exterior, de secretaria, cuando pega en el manuscrito de "A la recherche du temps perdu" pequeñas notas, o cuando con torpe pluma añade todavía algo, o cuando sirve como objeto de estudio para el personaje de Françoise de la novela. En las últimas semanas de vida del escritor deja, en contra de su promesa, que el médico administre inyecciones a Proust. Su hermano ya había propuesto inútilmente un tratamiento médico. Pero cuando él muere, ella no está presente. En el lecho mortuorio corta un rizo de pelo para el hermano y otro para sí.

Una vez dice Céleste: "Hubo momentos en que creía ser su madre, y otros en que yo era como su hija."


El libro Monsieur Proust de Céleste Albaret, aparecido en 1973, ha sido el material temático de esta película. Albaret trabajó como ama de llaves desde 1914 hasta la muerte del escritor en 1922, y sólo ya muy tarde se decidió a grabar en cinta magnetofónica sus experiencias con el gran escritor. La película es muy fiel al libro, manteniendo la perspectiva de Céleste y ciñéndose fielmente a los recuerdos aún en los más pequeños detalles. Sólo con la perspectiva del narrador ha actuado más libremente Percy Adlon - Céleste fue su primera película para el cine, siendo conocido anteriormente sólo por sus ensayos radiofónicos y televisivos. Su versión cinematográfica abandona el distanciamiento temporal de "50 años después", ofreciendo una acción que abarca los últimos meses de la vida del poeta. Todo lo que ocurre tiene lugar en el recuerdo, y parte de la mesa de cocina de Céleste. De esta forma se entremezclan los tiempos felices, cuando Proust salía con su pañuelo de cuello blanco y sombrero de copa, con las fases finales de su grave enfermedad.

Así pues, la forma de narración de Céleste, subjetivo-asociativa, determinan la narración cinematográfica, "pero fija la perspectiva sólo sobre el maestro; en realidad, ella desaparece por completo como persona, convirtiéndose en lente y bocina" (Peter Buchka). Incluso se llamó a sí misma en una ocasión "perro de caza", cuando, siendo la única relación con el mundo exterior para el antiguo galán, preparaba los informes con el "monsieur" y le ayudaba en la búsqueda del tiempo perdido. Ella es propiamente la comparsa en esta obra de cámara para dos personas, pero que a la vez nos presenta una relación que hay que calificar de profunda y casi erótica. Siendo una relación de señor a sirviente, está impregnada sin embargo de un sentimiento de dependencia mutua. Sobre el misterio de esta relación dice Céleste: "Era seguramente su encanto, su sonrisa, su forma de hablar, colocando su pequeña mano en la mejilla. El sonido era en él música. Cuando la vida se acabó para él, también acabó para mí. Pero la música ha permanecido." 



Eva Mattes, que recibió el premio cinematográfica de Baviera por su interpretación, actúa de forma muy retraída; ella es la entrega completa, la espera, inmersa en el ritual diario, cuidadosa y a la vez decidida, ganándose con su fiabilidad y comprensión la confianza del introvertido maestro. Jürgen Arndt, maquillado como cadáver viviente, es mucho más excéntrico, sin romper el carácter retraído, exento de dramatismo, de la película, refugiándose en una concepción que componen conjuntamente el movimiento de la cámara, la técnica de imágenes retrospectivas, la adecuada iluminación (a cargo de Jürgen Martin) y el trabajo de los actores.

"La película se desarrolla casi exclusivamente en la vivienda de Proust, tenuamente iluminada con luz artificial, y sólo en la cocina, el dominio de Céleste, penetra levemente la luz del día. Unas pocas tomas exteriores favorecen el contraste: rótulos de las calles parisinas y rebuscados adornos en los portales de las mansiones de la ciudad evocan el refinamiento de la gran ciudad, las escuetas casas de piedra en el lugar natal de Céleste, la naturaleza desnuda... En lo aparentemente secundario de las tomas exteriores se vislumbra el núcleo de la relación entre Proust y Céleste: su encuentro bajo el signo de arte y naturaleza" (Neue Zürcher Zeitung)

Marli Feldvoß


Proyección en 16mm gracias al Goethe-Institut Buenos Aires.

Temporada XI / Función 219
Cineclub La Rosa
Austria 2154

jueves, 5 de octubre de 2017

Un nobel muy querido por el cine

Cuatro adaptaciones del escritor han sido llevadas a la gran pantalla.



Anthony Hopkins y Emma Thompson, en un momento de Lo que queda del día

El premio Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro, es autor de Lo que queda del día, novela llevada al cine por James Ivory en 1993 y protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thompson. Tanto el director como los actores y Ruth Prawer Jhabvala, autora del guion que adaptó la novela del escritor, fueron nominados a los Oscar y a los Globo de Oro, aunque finalmente no se llevaron ninguno de estos premios, solo Hopkins ganó un Bafta por su papel de mayordomo, protagonista de este drama costumbrista.

No es la única vez que Ivory trabaja sobre un libro del Nobel, del que la Academia Sueca ha destacado que "sus novelas de gran fuerza emocional han descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo". La condesa rusa es una obra en la que un diplomático ciego estadounidense, en el Shanghai de los años treinta, se enamora de Sofía, condesa rusa que trabaja como camarera para ayudar a su decadente familia aristocrática. Fue protagonizada por Ralph Fiennes, Natasha Richardson, Lynn Redgrave y Vanessa Redgrave.

A principios de este año, Kazuo Ishiguro, en una entrevista con este diario dijo: “La relación con el cine mantiene a los libros en el centro de la cultura”. Pero nunca adapta sus guiones porque como él mismo dice: "Escribir una novela es un trabajo muy duro y una vez que la terminas lo último que quieres es volver sobre el mismo material". En 2003 se adaptó The Saddest Music in the World, de Guy Maddin, un musical con protagonista como Isabella Rossellini, María de Medeiros y Mark Mckinney.

El último de sus libros adaptados, por ahora, -el productor Scott Rudin compró los derechos de El gigante enterrado que se publicó en 2016- es Nunca me abandones (2010) de Mark Romanek, filme protagonizado por Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knighteley.

Diario El País
Madrid, 5 de octubre de 2017