Reproducimos el artículo de Raúl Ruiz Serna sobre la próxima función del Cineclub La Rosa, y una película que "hay que ver antes de morir".
El Polar es un género propiamente francés pero sumamente influenciado por el cine norteamericano, es en definitiva una versión francesa del cine negro y el policíaco que se hacía en Estados Unidos en los años 40 y 50, y de la literatura de las novelas pulp norteamericanas de los años 20 y 30, la influencia va más allá de las historias y sobretodo es patente en la estética, en los usos de tópicos y de elementos que conforman tanto los personajes como la ambientación, pero con una sensibilidad propiamente francesa.
Jean-Pierre Melville es el director con más talento de los que realizaron Polar entre los 50 y los 70, su cine negro es uno de los más personales, especiales y extraordinarios, cuando por otro lado es un profundo admirador del cine norteamericano y su cine no deja de ser un homenaje a ese cine que admira, pero más allá de la admiración encontramos una gran personalidad propia, Melville es un esteta del cine tan refinado y perfeccionista como puede serlo Wong Kar-Wai, por poner un ejemplo de director-artista, así sus historias son sencillas, tópicas y muy masculinas, pero las formas cinematográficas son las de un gran artista obsesionado con la perfección.
El círculo Rojo (Le Cercle Rouge) (1970) es uno de los mejores polares de todos los tiempos, pero es que varios de los trabajos de Melville están entre lo mejor de este género: El Samurai, El Confidente (Le Doulos), Hasta el Último Aliento (Le deuxième souffle) o Un flic son todas obras maestras del género. El círculo Rojo tiene además un reparto de primer orden, como es frecuente en el mejor cine de Melville, así tenemos actores del nivel de Alain Delon, Bourvil, Gian Maria Volonté o Yves Montand, entre otros. La película tiene además una de las mejores escenas de atracos que se han filmado jamás. En realidad toda la película es una gozada visual, cada imagen tiene un encanto especial, la fotografía de la película es espectacular, fría y distante, pero de una belleza casi mágica.
Raúl Ruiz Serna
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