Miércoles 26 de agosto - 20:30 horas
LA VIDA EN OBRAS
LA VIDA EN OBRAS
(Das Leben ist eine Baustelle, Alemania, 1997, color, 118 minutos)
Dirección: Wolfgang Becker.
Guión: Wolfgang Becker y Tom Tykwer.
Dirección de Fotografía: Martin Kukula.
Montaje: Patricia Rommel.
Música: Jürgen Knieper y Christian Steyer.
Elenco: Jürgen Vogel, Christiane Paul, Ricky Tomlinson, Armin Rohde, Martina Gedeck, Meret Becker, Christina Papamichou, Rebecca Hessing, Andrea Sawatzki, Peter Gavajda, Ingeborg Westphal
Berlín en invierno: el joven Jan Nebel se mete por casualidad en una pelea entre manifestantes y la policía, además de perder su puesto de trabajo le imponen una multa. Su padre muere y su nueva novia, Vera, le acompaña a velar al difunto. Una película provocante y cómica sobre los sentimientos y la actitud hacia la vida de la nueva generación de una gran ciudad.
Berlín en invierno. Manifestantes y policía se preparan para una noche de batallas callejeras; Jan Nebel, recién salido de la cama de Sylvia, se dirige a su trabajo en una carnicería cuando ve que dos hombres van persiguiendo a una joven mujer. Jan les ataca sin saber que se trata de detectives civiles. La noche tiene secuelas para Jan: además de tener que pagar una multa, pierde su trabajo y probablemente el gran amor de su vida. Jan, el cual espontáneamente pretendía ayudar a Vera, se seguirá encontrando con ella siempre por las noches, para constatar cada mañana que la amada ha vuelto a desaparecer.
Jan vive con su hermana. Sylvia tiene una hija y un novio el cual no siente simpatía por la pequeña Jenny. Parece como si las malas relaciones en familia fueran una enfermedad hereditaria. Los padres de Jan y Sylvia viven separados desde hace mucho tiempo. De vez en cuando Jan visita a su padre y juega con él al ajedrez. Un día Jan se presenta en casa de su padre con la intención de pedirle apoyo económico y encuentra al viejo rígido sobre la mesa de la cocina, con el rostro en el plato de comida y el televisor encendido.
Para Jan las cosas van de mal en peor. La muerte del padre, la pérdida del puesto de trabajo, la amenaza de que le detengan si no consigue pagar la multa. Pero las cosas no paran ahí: el amigo de Moni está enfermo del SIDA y Jan había dormido una vez con Moni. Jan teme haberse contagiado y no se atreve a hacer el análisis de comprobación. No obstante, probablemente esta serie de catástrofes tenga también su lado positivo: en su último día de trabajo en la carnicería Jan se gana la amistad de Buddy; los problemas con la policía le hacen conocer a Vera; la muerte del padre le pone a disposición su propio apartamento y probablemente el temor al SIDA le ayude a organizar un poco su vida.
Das Leben ist eine Baustelle: el título de esta película se debe de entender de manera programática: se trata de conceptos de la vida todavía no maduros, de reacciones a daños, de correcciones a proyectos de carácter provisional y de frágiles situaciones en la vida cotidiana. Las imágenes de las obras que atraviesan la historia como un leitmotiv tienen un valor simbólico. Los personajes de la película todavía no han encontrado un modo de acomodarse a este mundo poco acogedor. La película de Wolfgang Becker revela los sentimientos de una joven generación alemana en la segunda mitad de los sesenta más que cualquier otro éxito humorístico.
Esta historia se relata más bien en tono cómico y con ello el director logra realizar una obra de arte que sólo conocemos del cine británico. Esta es la historia de miseria material y psíquica, de pérdida del hogar y de tristeza, nunca quejumbrosa y cuya enérgica fuerza de voluntad no se ve empequeñecida por el cómico tono concomitante, sino que se enfrenta a la situación ofreciendo resistencia. El hecho de que se hayan empleado medios drásticos para escenificar tanto el sexo como el trabajo o la muerte, se debe de entender como protesta contra la levedad y candidez con las cuales el cine alemán de los años noventa desceba esta clase de conflictos. En Das Leben ist eine Baustelle se provoca sin temor tal cual lo hacía la generación del "nuevo cine alemán" en los años setenta.
La levedad con la cual Jan entra en conflicto con la policía y es condenado debería ya irritar a una parte del público. De manera casi incidental, Wolgang Becker nos revela también la degeneración de la televisión, con el Quiz en el cual los candidatos deben de adivinar el título de películas de horror al oír los gritos de las víctimas y con un concurso de talento de máxima idiotez. La película trata la ligereza en las relaciones sexuales, la disolución de las estructuras familiares, el paro, problemas de vivienda y el temor al SIDA representando esta enfermedad de manera omnipresente en toda la película. El otro mundo, poblado de hoteles de lujo y de tiendas con caros productos o el exquisito bufet de un "congreso médico" queda ahora totalmente fuera del alcance de Jan. Solamente Vera sigue traspasando los límites sin temor e impide a Jan siga sin querer saber si se ha contagiado o no.
Con la llegada de la griega que anda extraviada por Berlín en busca de su hermano, Wolfgang Becker y su coautor han cargado a la historia con un volumen de problemas casi enciclopédico. En la segunda parte de la película esta carga inhibe hasta cierto punto el flujo narrativo de la historia. El hecho de que la historia no se detenga se debe a la vivacidad, a la expresión y a la cantidad de matices que proporcionan los protagonistas y al ojo escenográfico del director: Das Leben ist eine Baustelle reproduce también una imagen de lugares desconocidos Berlín, la gran metrópolis. Es un cuadro morboso, pero lleno de contradicciones y de vida.
Hans Günther Pflaum
Jan vive con su hermana. Sylvia tiene una hija y un novio el cual no siente simpatía por la pequeña Jenny. Parece como si las malas relaciones en familia fueran una enfermedad hereditaria. Los padres de Jan y Sylvia viven separados desde hace mucho tiempo. De vez en cuando Jan visita a su padre y juega con él al ajedrez. Un día Jan se presenta en casa de su padre con la intención de pedirle apoyo económico y encuentra al viejo rígido sobre la mesa de la cocina, con el rostro en el plato de comida y el televisor encendido.
Para Jan las cosas van de mal en peor. La muerte del padre, la pérdida del puesto de trabajo, la amenaza de que le detengan si no consigue pagar la multa. Pero las cosas no paran ahí: el amigo de Moni está enfermo del SIDA y Jan había dormido una vez con Moni. Jan teme haberse contagiado y no se atreve a hacer el análisis de comprobación. No obstante, probablemente esta serie de catástrofes tenga también su lado positivo: en su último día de trabajo en la carnicería Jan se gana la amistad de Buddy; los problemas con la policía le hacen conocer a Vera; la muerte del padre le pone a disposición su propio apartamento y probablemente el temor al SIDA le ayude a organizar un poco su vida.
Das Leben ist eine Baustelle: el título de esta película se debe de entender de manera programática: se trata de conceptos de la vida todavía no maduros, de reacciones a daños, de correcciones a proyectos de carácter provisional y de frágiles situaciones en la vida cotidiana. Las imágenes de las obras que atraviesan la historia como un leitmotiv tienen un valor simbólico. Los personajes de la película todavía no han encontrado un modo de acomodarse a este mundo poco acogedor. La película de Wolfgang Becker revela los sentimientos de una joven generación alemana en la segunda mitad de los sesenta más que cualquier otro éxito humorístico.
Esta historia se relata más bien en tono cómico y con ello el director logra realizar una obra de arte que sólo conocemos del cine británico. Esta es la historia de miseria material y psíquica, de pérdida del hogar y de tristeza, nunca quejumbrosa y cuya enérgica fuerza de voluntad no se ve empequeñecida por el cómico tono concomitante, sino que se enfrenta a la situación ofreciendo resistencia. El hecho de que se hayan empleado medios drásticos para escenificar tanto el sexo como el trabajo o la muerte, se debe de entender como protesta contra la levedad y candidez con las cuales el cine alemán de los años noventa desceba esta clase de conflictos. En Das Leben ist eine Baustelle se provoca sin temor tal cual lo hacía la generación del "nuevo cine alemán" en los años setenta.
La levedad con la cual Jan entra en conflicto con la policía y es condenado debería ya irritar a una parte del público. De manera casi incidental, Wolgang Becker nos revela también la degeneración de la televisión, con el Quiz en el cual los candidatos deben de adivinar el título de películas de horror al oír los gritos de las víctimas y con un concurso de talento de máxima idiotez. La película trata la ligereza en las relaciones sexuales, la disolución de las estructuras familiares, el paro, problemas de vivienda y el temor al SIDA representando esta enfermedad de manera omnipresente en toda la película. El otro mundo, poblado de hoteles de lujo y de tiendas con caros productos o el exquisito bufet de un "congreso médico" queda ahora totalmente fuera del alcance de Jan. Solamente Vera sigue traspasando los límites sin temor e impide a Jan siga sin querer saber si se ha contagiado o no.
Con la llegada de la griega que anda extraviada por Berlín en busca de su hermano, Wolfgang Becker y su coautor han cargado a la historia con un volumen de problemas casi enciclopédico. En la segunda parte de la película esta carga inhibe hasta cierto punto el flujo narrativo de la historia. El hecho de que la historia no se detenga se debe a la vivacidad, a la expresión y a la cantidad de matices que proporcionan los protagonistas y al ojo escenográfico del director: Das Leben ist eine Baustelle reproduce también una imagen de lugares desconocidos Berlín, la gran metrópolis. Es un cuadro morboso, pero lleno de contradicciones y de vida.
Hans Günther Pflaum
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