domingo, 18 de mayo de 2008

Finaliza el primer ciclo 2008

Con la proyección de la película "El hombre que nunca estuvo" termina el primer ciclo de nuestro Cineclub, dedicado a los Hermanos Coen. La cita es el miércoles 28 de mayo a las 20 hs. en el Centro Cultural y Biblioteca Popular Carlos Sánchez Viamonte, Austria 2154, Buenos Aires.


Quisimos comenzar el segundo año del Cineclub La Rosa con un ciclo dedicado a estos hábiles hermanos Joel y Ethan que en veinticuatro años de carrera, como productor uno, director el otro y guionistas los dos, han sabido construir una de las filmografías más interesantes del cine norteamericano.

Aprovechando el impulso que les dio la Academia de Hollywood con el Oscar a la mejor película para su último trabajo, "No es país para débiles", decidimos hacer un repaso por cuatro de sus mejores películas.

Para ir matizando la espera, publicamos la crítica que en su momento hizo el diario Clarín sobre el estreno de la película en nuestro país, el 14 de febrero de 2002.


Con las reglas del cine negro

En El Hombre Que Nunca Estuvo, los hermanos Joel y Ethan Coen consiguen mucho más que un homenaje al clásico género policial, gracias al extraordinario trabajo de Billy Bob Thornton.
En el principio fue el género. Así se fundaron todas las cosas: la tentación, la trampa, la víctima y el castigo. Y dijo la Ley: "la filmarás en blanco y negro, el actor tendrá un rostro pétreo y cara de haber vivido cien vidas, y usará sombrero, y fumará, y se meterá en problemas por un sueño que nunca alcanzará. Harás todas estas cosas y entrarás al panteón del cine negro".

Faltaba decir: "Y la llamarás El hombre que nunca estuvo". Porque lo demás, todo lo demás, con el particular estilo de los hermanos Coen, está en la película.

Corre el año 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton) es un hombre taciturno y silencioso, peluquero, casado con una mujer tan sexy como ambiciosa (Frances McDormand) que lo engaña con su jefe, un "amigo" de la pareja (el Soprano, James Gandolfini). Ed, que quiere salir de punto, necesita 10 mil de los grandes para sumarse a un arriesgado negocio de lavado en seco. Y para conseguirlos, decide chantajearlos. Las cosas, dicen las reglas del noir, no le salen bien sino mal, muy mal, increíblemente mal.

Esto es, en resumen, lo que cuenta El hombre..., el nuevo filme en el que los directores de Fargo retornan a la gravedad de Simplemente sangre pero sin abandonar la mirada clínica y distante de posteriores relatos como De paseo a la muerte o Barton Fink. Pero es un resumen tramposo, que no dice nada de lo que el filme tiene de fascinante y único.


De vuelta, es un trabajo de orfebrería visual y auditiva. Los Coen, ensimismados en la creación de pequeños micromundos autosuficientes, no basan su narración en nada que se parezca a la realidad. Las cosas aquí transcurren con el fatalismo propio del género y no existe nada parecido a la libertad. En el filme todos están condenados desde el principio, así lo dice la Ley. Ed descubrirá que el chantaje le juega en contra y los cadáveres empezarán a apilarse. Intentará redimirse ayudando a una adolescente menos naive de lo que parece, pero tampoco podrá.

Los Coen vuelven aquí a trabajar sobre la imagen como si se tratara de un lienzo en el que cada encuadre visual y cada línea de diálogo es dibujada con precisión metronómica. Se los ve manejar los tiempos y los planos, los reflejos y las cadencias de cada milímetro de película, y hasta divertirse con la empresa. En el momento menos pensado, El hombre... virará hacia ciertas reflexiones filosóficas e imágenes propias de la ciencia ficción que sólo ellos pueden incluir sin desbaratar todo en el proceso.

Pero el esquema nuestro homenaje al cine negro podría tornarse un mero (aunque lujoso) ejercicio de estilo, de no mediar la exquisita actuación de Thornton. Con su rostro pétreo, su silenciosa y casi mortuoria no-presencia, su voz en off parca y desencantada que relata los hechos, Ed Crane consigue transformarse en un personaje demoledor, que parece llevar sobre sus hombros todo el peso de este mundo. Un hombre moderno como sólo los hermanos Coen pueden concebirlo: como alguien que ve una rueda girar e imagina que es un plato volador.

EL HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO
Título original: "The Man Who Wasn't There" (EE.UU./2001, 116 minutos) May. de 13 años
Dirección: Joel Coen
Intérpretes: B.B. Thornton, F. McDormand, J. Gandolfini
Calificación: Muy buena

Por Diego Lerer
Clarín, jueves 14 de febrero de 2002

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