Miércoles 30 de agosto - 20:30 horas
EL ATAQUE DEL PRESENTE AL RESTO DEL TIEMPO
(Der Angriff der Gegenwart auf die übrige Zeit, Alemania, 1985, color, 106 minutos)
Dirección y guión: Alexander Kluge.
Dirección de Fotografía: Thomas Mauch, Werner Lüring
Montaje: Jane Seitz.
Elenco: Jutta Hoffmann, Armin Müller-Stahl, Michael Rehberg, Peter Roggisch, Rosel Zech, Alfred Edel, Rosemarie Fendel.
Un filme de episodios, que "se despide del cine clásico" (A. Kluge). Trizas de la realidad, que sin embargo se atienen todas estrictamente a una idea, como un único instante puede entrelazar todo el antes y el después.
Está ahí la hija de una pareja de porteros de Varsovia, que se entrega a un soldado alemán, para salvar los tesoros de la historia cinematográfica polaca.
Hay también una mujer casi imprescindible, que de súbito resulta superflua, porque el jefe ha concedido la preferencia a otra.
Dirección y guión: Alexander Kluge.
Dirección de Fotografía: Thomas Mauch, Werner Lüring
Montaje: Jane Seitz.
Elenco: Jutta Hoffmann, Armin Müller-Stahl, Michael Rehberg, Peter Roggisch, Rosel Zech, Alfred Edel, Rosemarie Fendel.
Un filme de episodios, que "se despide del cine clásico" (A. Kluge). Trizas de la realidad, que sin embargo se atienen todas estrictamente a una idea, como un único instante puede entrelazar todo el antes y el después.
Está ahí la hija de una pareja de porteros de Varsovia, que se entrega a un soldado alemán, para salvar los tesoros de la historia cinematográfica polaca.
Hay también una mujer casi imprescindible, que de súbito resulta superflua, porque el jefe ha concedido la preferencia a otra.
Tenemos también a los presurosos, que incansablemente andan ajetreados por el mundo, para adoptar decisiones que cada vez tienen menos sentido.
Vemos también a la joven madre alquilada, que no quiere devolver el niño en tanto los responsables de su educación no quieran escuchar sus recomendaciones para cuidarle.
Y, finalmente, ahí está un famoso director de cine, que se queda ciego durante el rodaje y, pese a ello, prosigue el trabajo, porque tiene la cabeza llena de imágenes.
A pesar de que tampoco Alexander Kluge puede arreglárselas sin personas individuales, en este filme no se trata del destino de personas concretas, sino -ahora a pocos años del final de un siglo mortífero, más aún, de un milenio- del destino de la humanidad. Los individuos representan en tal caso ahora para él sólo el comprobante necesario. El papel principal lo juega el tiempo con el que estas personas tienen que tratar: el tiempo como historia y como pasado cargado a las espaldas, aunque también ese tiempo escaso que les falta a las personas en el momento de tomar la decisión, para poder configurar mejor el futuro. Por ello, dice Kluge, "el hombre considera su vida como algo provisorio: el presente se dilata".
Se descubren desproporciones. Por ejemplo, cuando la mujer superflua, que hasta el presente no tenía tiempo, ahora, después del despido, ya no sabe qué hacer con su tiempo. O cuando los presurosos tienen que viajar por Europa de cabo a rabo, para decir no dos veces. No obstante, Kluge otea en estas desproporciones igualmente un consuelo; en ellas percibe él el vigor autocurativo de la razón. En efecto, sólo cuando el hombre, debido a tales desproporciones, se para a reflexionar, se aparta de la vía de una dinámica ciega y de un destino fatal.
Naturalmente, Kluge convierte también siempre la cosmovisión en una reflexión artística, en la ilustración de la ilusión. "Nos despedimos de la industria clásica", dice Kluge. "La manos se vuelven superfluas. Ahora lo que importa es descomponer las partes del cerebro y de los diversos sentidos". Pero precisamente para esto no existen ya ninguna clase de imágenes auténticas. Por esa razón tiene este filme también que "despedirse del cine clásico", precisamente porque tiene que inventar de modo permanente imágenes de cosas y hechos de los cuales no puede propiamente haber ya imágenes.
Así es como Kluge crea, por ejemplo, la figura del realizador ciego, que regularmente mira al proyector. "El toma su ducha diaria de luz", dicen sus colaboradores. Ahora bien, dado que un proyector proyecta no sólo veinticuatro veces luz, sino otras tantas veces oscuridad, Kluge afirma que el ciego consume asimismo diariamente pequeños trozos de oscuridad. Se impone, por tanto, ver las alternativas entre los instantes.
Peter Buchka
Proyección en 16mm gracias al Goethe-Institut Buenos Aires.
Temporada XI / Función 216
Cineclub La Rosa
Austria 2154
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